Enigmas y Misterios Una cabina telefónica en medio del desierto de Mojave



Una cabina telefónica en medio del desierto de Mojave

¿Qué podía hacer una cabina telefónica en el medio de la nada? A 24 kilómetros de la carretera asfaltada más próxima, al lado de una sucia carretera que se pierde en el desierto de Mojave. Es un lugar en el que no hay nada y los “edificios” más cercanos son unas cuantas caravanas y chozas, a unos 8 kilómetros. Su rareza y soledad cautivaron a no pocos, a finales de los 90 cuando la cabina se convirtió en todo un fenómeno en internet y se puso de moda llamar a su número para ver si alguien contestaba.

Todo comienza cuando a una revista es enviada una carta al director de parte de “Mister N” de California:

¡Querida Wig Out!
Recientemente, he visto un pequeño punto con la palabra ‘teléfono’ al lado en un mapa del desierto del Mojave, a quince millas de la carretera interestatal más cercana y en mitad de la nada.
Intrigado me puse un sarape marrón barato y me dirigí a buscarlo en mi viejo jeep. Después de muchas horas lo encontré. El cristal estaba roto, no tenía guía telefónica, pero ¡funciona! Aparentemente, la cabina se colocó después de la Segunda Guerra mundial para el uso de una mina cercana que dejó de operar en los 60. ¿Por qué la compañía local lo mantiene operativo? Es algo que nadie sabe.
Un ranchero cercano me dijo que en los años 70 reemplazaron el viejo teléfono de rueda por uno de botones porque las ovejas tenían problemas para marcar.
Oh! Si estás interesado, el número es (619) 733-9969. Déjalo sonar mucho tiempo si quieres una respuesta.

El desierto de Mojave es un erial de más de 124.000 km2 entre California, Utah, Nevada y Arizona. El Valle de la Muerte, uno de los lugares con temperaturas más altas del mundo, se encuentra en él. Es decir, ¿por qué había una cabina de teléfonos funcionando allí dentro? El número de teléfono de la cabina,619-733-9969 (posteriormente sería el 760-733-9969, al cambiar su código de área).


La revista casualmente llegaría a manos de Godfrey Daniels en mayo de 1997 y quedó fascinado por la existencia de la cabina. Lo primero que hizo fue llamar al número, como era de esperar nadie cogió el teléfono. Aunque Daniels no desesperó y decidió seguir probando suerte. Llamaba cada día y grababa sus llamadas por si alguien contestaba.

Su insistencia tuvo premio y tras un mes de llamadas, el 20 de junio, obtuvo la señal de comunicando. La emoción se adueño de él y no dejó de pulsar el botón re-llamada en los instantes siguientes. A los 3 minutos el teléfono dio la señal de sonando y una mujer contestó, se llamaba Lorene Caffee. Lorene trabajaba en la mina de cenizas volcánicas que su familia había gestionado desde 1948, la mina estaba cerca de la cabina, y no tenía teléfono propio. 


Lorene explicó a Daniels que tampoco tenían electricidad y tenían que usar generadores, para ir a recoger el correo tenían que desplazarse más de 80 kilómetros. Pese a todas estas incomodidades, Lorene decía estar encantada de vivir allí.

En mitad del desierto

El emplazamiento exacto de la cabina. Estaba cerca de CIMA, casi en el centro de la Reserva Nacional de Mojave. Esta reserva está circundada por dos carreteras que atraviesan el desierto; la interestatal 15 y la insterestatal 40. Al noroeste se encuentra el Parque Nacional del Valle de la Muerte (Death Valley National Park) y al sur el parque nacional Joshua Tree. 

Efectivamente, la cabina se había colocado en 1948 para dar servicio telefónico a un mina local de cenizas volcánicas. Era parte de un programa del gobierno californiano para facilitar el acceso al teléfono de la población que vivía en las zonas más aisladas del estado.

Durante años, la única riqueza del Mojave ha sido la minería, pero a medida que crecía la explotación de los yacimientos estos se hacían más pequeños y las ciudades aparecían y desaparecía constantemente. Con un poco de pericia, aún se puede reconstruir el largo camino de los mineros por el Mojave. 

Así que cuando Emerson Ray, el dueño de la mina, pidió una nueva línea cerca de la explotación, la compañía reutilizó una vieja cabina 48 km al sur. En unas pocas décadas y desaparecida la mina, el teléfono perdió toda su principal utilidad. Y, aún así, en los 60, el teléfono original se sustituyó por un modelo oratorio y por uno de botones en los 70. No sabemos por qué, pero no hay constancia de que tuviera algo que ver con las ovejas. ¿Es que había alguien allí?

La descripción que Lorene dio a Daniels de la zona, la cabina y su vida allí le convencieron, o casi, que la cabina existía, tan aislada y rara como él la había imaginado. Pero tras haber conseguido su primer logro, que alguien contestara al teléfono, la obsesión de Daniels por la cabina no decreció, sino que decidió visitarla. 

En la que sería la primera visita de varias visitas, comprobó que la cabina no tenía el mejor aspecto posible, los cristales ya no estaban, tal vez alguien los hubiera utilizado de blanco, como la parte metálica de su estructura que tenía unos cuantos agujeros de bala. El cajetín de las monedas hacía tiempo que había sido retirado, por lo que sólo era posible recibir llamadas o hacer llamadas de larga distancia con tarjeta de crédito. 

El cartel típico de todas las cabinas con la palabra “Phone” tampoco estaba y Daniels aprovecho para colocar en su lugar una placa metálica con la dirección de su web y la fecha de su visita “August’98” para no asustar a nadie dejó escrito “vinimos en son de paz con toda la humanidad”.

Internet estaba en pañales, pero la historia del teléfono del Mojave se convirtió en uno de los primeros “virales” del mundo. El número de personas que empezó a llamar se disparó y muchos de ellos se animaron incluso a visitarla.

Tras esta primera visita Daniels se enamoró de la cabina y decidió crear una web, “The Mojave Phone Booth Site”, para compartir ese amor con el resto de la humanidad. En su web Daniels explicaba la historia de la cabina perdida en el desierto y pedía a los visitantes que llamaran a su número. 

Posteriormente, también utilizó la web para organizar lo que Daniels llamaba “Mojave Phone Booth Party”, celebraciones en las que los fans de la cabina se daban cita en la cabina y se dedicaban a responder llamadas. En una de estas celebraciones, en julio de 1999, Daniels y el grupo de amigos que se reunieron contestaron en sólo 4 horas a 72 llamadas provenientes de todo Estados Unidos, Canadá o sitios más alejados como Alemania o Australia. La mayoría era gente que había visitado la página web de Daniels.

La cabina era visitada por sus fans, especialmente los fines de semana. Las probabilidades de obtener respuesta al llamar mejoraron con respecto al pasado. De hecho, muchos de los que llamaban se sorprendían de encontrar alguien al otro lado, cuando su única esperanza como mucho era despertar a los coyotes que pudieran merodear en sus alrededores. 

Para Daniels llamar era algo parecido a viajar, una manera de hacer suceder algo en un lugar lejos, una manera de escapar del aburrimiento, una evasión.

La cosa, como dicen en el Mojave, “se fue de Madre” y, ante la presión de los pocos vecinos que veían con mala cara ese gentío, los responsables del Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos solicitaron a la compañía Pacific Bell que retirara la cabina. El 17 de mayo del año 2000 fue el día de la retirada.

Según el Servicio de Parques la zona se estaba degradando, los visitantes dejaban inscripciones y pintadas en las piedras de alrededor de la cabina, e incluso había habido algún conato de incendio forestal causado por alguno de los campistas que acudían a responder llamadas. 

No obstante, parece ser que la misma Pacific Bell fue reacia a quitar la cabina. Aunque Pacific Bell nunca dio cifras concretas del uso de la cabina, la compañía reconocía que el número de llamadas salientes era muy bajo, pero por otro lado la cabina se había convertido en una fuente gratuita de publicidad para la compañía. Prueba de esto último era que había vuelto a colocar los letreros de “Pacific Bell” con el logo de la compañía, los cuales hacía mucho tiempo que habían desaparecido.

Pese a los intentos de Daniels y los demás fans para que la cabina volviera a su lugar, lo único que consiguieron es que colocaran una placa para recordarla en su lugar, que más tarde el Servicio de Parques también quitó. Las intenciones de Daniels de comprarla y colocarla en algún lugar “secreto” para que la gente pudiera llamar, también fracasaron, según se cuenta la Pacific Bell después de retirar la cabina la destruyó.


Esta imagen en blanco y negro apareció en Reddit
 poco tiempo después de ser eliminada la cabina.
La cabina había llegado a su fin después de 3 años en los que se convirtió en un imán para gentes peculiares y amantes de las curiosidades. De entre todos ellos, hay uno que tal vez destaque por encima del resto. Se trata de Rick Karr, un tejano de 51 años que dijo haber recibido instrucciones del Espíritu Santo para que viajara a la cabina y atendiera las llamadas que recibiera. Rick pasó 32 días acampado al lado de la cabina en los que respondió a unas 500 llamadas, varias de ellas de un mismo llamante que se identificaba como “Sargento Zeno del Pentágono”.

Vía: Cabovolo   Xataka   Col2