Enigmas y Misterios Anna Kingsford: médica, Teósofa y asesina psíquica



Anna Kingsford: médica, Teósofa y asesina psíquica


Extrañas coincidencias o poderes paranormales, la historia de la doctora anne kingsford, luchadora por los derechos animales y teósofa, contemporánea de madame blavatsky.

Anna Kingsford (1846-1888) fue una mujer tan extraordinaria como polémica.

Segunda mitad del siglo XIX en Inglaterra: Annie Bonus, la joven hija de un rico comerciante crece en medio de extrañas condescendencias. Su padre le permite seguir una precoz vida intelectual, lo que la llevará a ser una autora de ensayos teológicos, poemas y novelas, además de consumada lectora durante toda su vida.

Llamamos "extraño" a esto porque no todas las señoritas de clase alta en la era victoriana podían seguir sus inclinaciones artísticas con tanta libertad; pero también a que, aunado al carácter de Annie, en su mente se desarrollaba una peligrosa fantasía que con los años se convirtió en leyenda.
La frenología y el espiritismo estuvieron muy cerca del desarrollo científico durante el siglo XIX. Annie estuvo en contacto desde muy pequeña con este Zeitgeist, pero no fue sino en la madurez que comenzó a tomarse en serio el ocultismo. El estudio absorbía todo su tiempo, interesándose tanto en la ciencia como en las artes mágicas; motivo por el cual no cultivó deseo alguno por los hombres. Para evitar la presencia de pretendientes indeseados contrajo matrimonio con un clérigo anglicano, Algernon Kingsford, igualmente desinteresado en el sexo. El trato fue que cada uno seguiría con su vida independientemente, con lo que Annie (ahora convertida en la señora Anna Kingsford) podría partir hacia París para estudiar medicina y seguir con sus particulares investigaciones paranormales.

Anna Kingsford afirmó haber tenido contacto con las hadas desde muy pequeña. En la adolescencia esas visiones se agudizaron: entablaba fluidas conversaciones con ángeles, experimentaba sueños lúcidos en donde podía viajar en el tiempo y observar el cosmos incluso en escalas microscópicas. Buena parte de estas experiencias quedarían reflejadas en el libro: Vestida de sol (Clothed With the Sun).


Las ideas radicales de Anne no fueron bien recibidas en la Escuela de Medicina: su promoción del vegetarianismo y su férrea desaprobación de la vivisección animal le granjearon no pocos enemigos, al igual que la inherente contradicción en estudiar una carrera científica mientras desarrollaba ensayos sobre espiritismo y teosofía.

Kingsford afirmaba además tener visiones y comunicarse con genios y espíritus. Pero la escuela de medicina no sería tanto un reto académico (como ella esperaba demostrar) como uno que pondría en juego su estabilidad mental.

La vivisección de animales y sin anestesia era una práctica común en la Escuela de Medicina, la cual Anne consideraba simple y llanamente una forma brutal de asesinato a sangre fría. Anna retaba a sus profesores a disecarla a ella en lugar de a los animales.
A respecto de los incesantes gritos de las atormentadas criaturas que llenaban las bóvedas de la escuela, Anne escribió:

He hallado mi Infierno, justo aquí, en la Faculté de Médecine de París; un infierno más real y horrible que cualquier otro que pueda encontrar, y uno que cumple todos los sueños de los monjes medievales. Intentando en vano cerrar mis oídos ante los gritos lastimeros y los llantos que flotaban incesantemente hacia mí, recé: oh, Dios, sácame de este infierno.


(I have found my Hell here in the Faculté de Médecine of Paris, a Hell more real and awful than any I have yet met with elsewhere, and one that fulfills all the dreams of the mediaeval monks. Trying vainly to shut out of my ears the piteous shrieks and cries which floated incessantly towards me, I prayed, Oh God, take me out of this Hell)


Tratar de estudiar en medio de atronadores gritos era una pesadilla cotidiana para Anne, hasta que en diciembre de 1877 llegó a su límite. Durante una clase del doctor Claude Bernard sobre cómo este había cocinado lentamente animales vivos para estudiar el calor corporal, Anna saltó de su asiento y gritó "¡Asesino!", la respuesta del doctor Bernard, lejos de recurrir a pretextos académicos, fue la siguiente: Tais-toi, pauvre bête! (¡Cierra el pico, pobre bestia!).

Se dice que durante el altercado verbal con el doctor Bernard, Anna Kingsford entró en una especie de trance, murmurando palabras sin sentido y realizando movimientos inarticulados con los brazos. El debate culminó con el desmayo de la muchacha. Seis semanas después el doctor Bernard cayó en cama, presa de la fiebre y terribles dolores abdominales. No se logró acertar con un diagnóstico y falleció.

Poco después, Anna Kingsford empezó a considerar la posibilidad de que su intenso rechazo por los métodos del doctor Bernard era la verdadera causa de su muerte. Lejos de sentirse intimidada o culpable por ese supuesto poder psíquico, escribió:

Haré peligroso, no, mortal, el ser un vivisector.


(I will make it dangerous, nay, deadly, to be a vivisector)


Luego de graduarse segunda en su clase en 1880 (siendo la única estudiante en graduarse sin experimentar en animales), en 1886 volvió sus esfuerzos energéticos contra el doctor Paul Bert; todos sabían quién era Bert si vivían cerca de su laboratorio, pues solía dejar animales semidisecados pero vivos sufriendo espantosos dolores durante la noche. 

Los gritos mantenían insomnes a los vecinos. La entonces doctora Kingsford aplicó su voluntad hacia Bert, quien murió en noviembre del mismo año.

He asesinado a Paul Bert como asesiné a Claude Bernard; así como asesinaré a Louis Pasteur y, después de él, a toda la tribu de vivisectores.


(I have killed Paul Bert, as I killed Claude Bernard; as I will kill Louis Pasteur, and after him the whole tribe of vivisectors)


Su nuevo objetivo estaba fijado: el doctor Louis Pasteur.


Por desgracia para Kingsford, una regla de la magia es que todo lo que haces a otros se revierte hacia ti; fue así como el fin no justificó los medios, y vio poco a poco sus nervios más y más fuera de control.

Para lograr ese cometido Anna Kingsford consiguió ocupar un puesto estable en el laboratorio de investigación de Louis Pasteur en París. No obstante, cierta noche fue sorprendida por una tormenta. Pocos días después desarrolló neumonía, y luego tuberculosis, enfermedades que la llevarían a la tumba el 22 de febrero de 1888.

Uno de sus amigos personales, Richard Francis Burton, la acompañó durante su agonía. Al parecer, Anna Kingsford padecía horribles alucinaciones en las cuales revivía una y otra vez los gritos desgarradores de los animales torturados en nombre de la ciencia.

Si bien Louis Pasteur logró evadir los supuestos poderes paranormales de Anna Kingsford, también hay que decir que para la época en la que ella estuvo postrada el doctor cayó gravemente enfermo y recién llegaría a recuperarse en 1887. Recobrándose completamente poco después, trabajando, como todos sabemos, hasta 1895.

¿Ciencia paranormal, sugestión, extrañas coincidencias o ira divina? Sea cual sea la elección la historia de Anne Kingsford, la asesina psíquica, no deja de enseñarnos que aún las causas más nobles perseguidas con las herramientas del odio eventualmente dañan la conciencia.

Vía: Strangeco     Pijamasurf